Como ya ha llegado a su fin (la odisea), creo que es buen momento para contar mi historia de amor-odio-desencuentro con las cámaras de fotos digitales.

La historia tuvo un primer capítulo hace años, con mi Canon Powershot A70. Pero no me voy a extender en detalles de aquella decepción. Simplemente citaré que murió del temido error E18, habiendo dejado tras de sí una estela de interesantes fotos (pese a la mano inexperta que la gobernaba).

La cámara estuvo conmigo desde mayo de 2003 hasta junio de 2005. Desde entonces, he andado sin nada decente con lo que hacer fotos, se podría decir que mendigando imágenes de triste calidad con una Casio Exilim o con mi móvil, un Nokia 6680. Algunas de esas fotos se pueden ver en este mismo blog.

Hace unos meses, anticipando la llegada de las vacaciones de verano, decidí que ya era hora de volver a tener una cámara en condiciones. Después de mucho mirar y remirar, la elegida fue la Canon Powershot S3. La vi varias veces en Mediamarkt y FNAC, sin decidirme a comprarla. Cuando, por fin, me lancé, fui a Boulanger a por ella. Qué suerte, estaba de oferta (era la segunda vez que me pasaba, la primera encontré mi televisión por un precio realmente barato). La pega era que se trataba del modelo en exposición (aunque estaba dentro de una vitrina, lejos de las zarpas de los posibles compradores), pero eso me echó para atrás y decidí no comprarla. Curiosamente, de Mediamarkt había desaparecido, y comencé a temerme lo peor. En efecto: la cámara estaba descatalogada. Posteriores visitas a FNAC de Callao y Parquesur lo corroboraron; sólo les quedaban los modelos de exposición y, en esta ocasión, sí que estaban accesibles al público para que los manoseara.

Ya estaba perdiendo la esperanza de encontrarla, así que me decidí por comprarla en una tienda de Internet, Pixmania. Fue el único sitio donde la encontré y, de rebote, estaba más barata. También ayudó el hecho de que tienen tienda física (bueno, más que tienda es un "mostrador de entregas y devoluciones". Y allá que fui a por ella, apenas un día antes de marchar de vacaciones.

Previamente me había pertrechado con unas pilas NiMh de 2600mA, una bolsa y un mini-trípode. Enseguida me lié a hacer fotos como un loco. Estaba como un niño con zapatos nuevos, otra vez con cámara.

Enseguida, y sin previo aviso, llegó la desilusión. Al volcar las fotos al PC, e irlas pasando rápida y descuidadamente, mi ojo, de forma totalmente incosciente, se fijó en un detalle (bueno, realmente sería mi cerebro o lo que quede de él, ya sé que los ojos no ven): había un píxel blanco en todas las fotos, siempre en el mismo sitio. Una de dos, o era un píxel "vago" en el CCD, o bien una mota de polvo o suciedad (esto lo he pensado luego semanas más tarde). El caso es que, una vez más, problemas con la cámara digital. Tuve que pasar por Madrid de camino a Málaga (no pensaba hacerlo) para devolver la cámara.

Por si fuera poco, la tienda (antes definida como mostrador) estaba cerrada por vacaciones, así que la escala no sirvió de nada, salvo para tener unos días más para disfrutar de la cámara y comerme más la cabeza sobre qué hacer con ella. Para mayor desgracia, ya no había más stock. Definitivamente me iba a quedar sin ella.

Una vez acabadas las vacaciones, ya de vuelta, pasé por el SAT de Canon para preguntar, en mi desesperación, por una posible reparación. Me recomendaron que la devolviera y me dieran otra (cosa imposible, visto lo visto).

Por acabar el tema, al final devolví la cámara, pero me dijeron que la tendría que inspeccionar su servicio técnico y que el dinero se me devolvería en unos veinte días mediante una tranferencia bancaria desde Francia. "Compuesto, sin cámara y sin dinero".

Y ya para rematar, poco antes de los veinte días me llegó un correo electrónico comentando que habían recibido mi cámara y que la enviarían al SAT de Canon para evaluar si me correspondía que me devolvieran o no el dinero. Ahí ya acabó mi paciencia, llamé al teléfono de atención al cliente (un maldito 807) y, a la señorita francesa que me atendió, le puse las cosas claras: no más retrasos, quería mi dinero.

Este lunes, justo a los 20 días de entregar la cámara, me han reembolsado el importe íntegro de la cámara, gastos de envío incluidos. Y, con el dinero, de nuevo la duda. ¿Qué cámara me compro? Por ahora dos modelos tienen la mayoría de las papeletas: Canon S5 IS y Panasonic Lumix DMC-FZ18. A día de hoy, gana la Canon por muy poquita ventaja.