En estos días se suele desear un feliz año nuevo y todas esas cosas típicas y tópicas... Yo lo he deseado a todos los conocidos, familiares y amigos con los que he tenido ocasión de hablar. De verdad. De corazón. Pero a mí me ha debido mirar un tuerto.

La primera en la frente. Nochevieja. Volvemos de cenar con mis padres y tomar unas copillas. Nos encontramos una nota pegada en la puerta. Comenta mi novia: "mira, los vecinos nos felicitan el año". Yo pienso: "¿nos habremos dejado algo encendido o similar?"

La respuesta: inundación en el piso de arriba y toda la casa llena de goteras. En fin, lo "mejor" para empezar el año. Y en realidad ésta ha sido la faena más gorda en lo que llevamos de 2008 (2 días), pero no ha sido la única.

La segunda, esta mañana en NoSoloChips, después de aguantar casi una hora de cola para comprar unos cables por componentes (y, de paso, un par de R4 para mi amigo Miguel), resulta que los R4 los tenían de chiripa, y los cables estaban agotados.

La tercera está por confirmar, pero creo que tengo cascado el embrague del coche. Me patina a veces en primera. La verdad es que yo creo que es pronto para que haya que cambiarlo (130.000 km), intentaré aguantarlo un poco porque hace nada que pasé la revisión y le cambié los amortiguadores (600 y pico lauros de "multa").

La cuarta, después de seis meses con el filtro de la nevera pendiente de cambiarlo, por fin me paso hoy por el SAT y resulta que ha cambiado de dirección. Todo ello después de pagar religiosamente en el parquímetro.

Y la última. Esta tarde hemos comprado una cafetera en Mediamarkt, después de largas discusiones sobre si comprar una "de las de George Clooney" (de pastillitas) o de las expresso de toda la vida. Resultado: al abrirla nos hemos encontrado con una cafetera de exposición a la que le faltaban la mitad de las cosas.

Así que, ¡feliz 1908!