Tengo muy claro lo que siento y tengo muy claro que quiero compartirlo, pero no tengo claro cómo expresarlo.

Hoy mi hermana va a tener que sacrificar a su perra, con la que ha compartido estos últimos doce años y pico. Toda la vida del animal y casi la mitad de la suya propia.

No era mi mascota, pero también compartí con ella muchos ratos cuando vivía en casa de mis padres. Recuerdo perfectamente su llegada a casa, cómo usaba el sonido del mecanismo de mi reloj despertador para dormirla, cómo me recibía cuando volvía muy tarde de trabajar con la orquesta, cómo me gruñía cuando le hacía de rabiar y cómo me lamía la mano cuando le hacía mimitos.

Durante estos últimos meses, varios aspectos de mi vida pasada están muriendo, dejando unos huecos tremendos que va a ser imposible rellenar. Éste va a ser uno de ellos. El animal padece una enfermedad degenerativa, el Síndrome de Cushing, por el que lleva algunas semanas mal y ésta última sufriendo como no se merece. Hoy ha acabado por fin su calvario, porque ni siquiera ha dado tiempo a llegar al veterinario, ya que ha fallecido en el coche de camino.

Wallace, una parte de ti siempre estará aquí, con la que ha sido tu familia.