Es una prueba en la que tenía ganas de participar desde que empecé con esto de las carreras populares. El año pasado no pudo ser por la fractura de peroné, pero este año llegó el momento de correr la San Silvestre Vallecana. Así que hubo que estar muy espabilados el día que se abrió el plazo de inscripción, porque los dorsales "volaron". La página web de la organización estuvo colapsada durante las primeras horas y el día siguiente ya estaba colgado el cartel de "no hay dorsales".

Este año también ayudó el hecho de que el 31 de diciembre fue sábado. Con lo que teníamos tiempo de sobra para organizarnos, ir por la mañana a dejar el coche en Vallecas, comer con antelación y tranquilidad y prepararnos para estar en la salida con un margen suficiente para ir tranquilos. Hablo en plural porque, no sé cómo, "engañé" a mi novia para que me acompañara (supongo que se dejó engañar).

La salida de la carrera popular es a las 17.30h, pero a esa hora salen los que tienen acreditadas las marcas más rápidas. Hay que tener en cuenta que éramos casi 40.000 los corredores que tomamos la salida, y si los lentos nos ponemos por delante de los rápidos, se puede armar una gorda (y peligrosa). Por tanto, nosotros en nuestro sitio, al final, y esperando pacientemente la hora de salir. Por ponerle una pega, personalmente me gustaría que la carrera empezase un poco antes, ya que así podríamos disputarla anocheciendo, que siempre es más agradable que ya con la noche cerrada. Podríamos hacerlo si tuviéramos una marca suficiente, pero no es así, y dudo que lo sea en el futuro.

Preparados para la salida Preparados para la salida

Tardamos más de media hora en recorrer el espacio entre el Paseo de la Castellana y la salida de la prueba, situada en la Plaza de los Sagrados Corazones.

Una vez allí, comenzaba la prueba en sí. El recorrido no es demasiado exigente. Comienza con un pequeño repecho, subiendo por Concha Espina hasta llegar a la Calle Serrano, que es prácticamente toda cuesta abajo. De hecho, no volveremos a ir hacia arriba de manera prolongada hasta que lleguemos al Puente de Vallecas, terminando la prueba.

Los 10 kilómetros se te hacen cortos. Aparte de que llevábamos un ritmo lento, de más de 7 minutos por kilómetro, íbamos fijándonos en toda la gente que iba disfrazada, con lo cual se te hace todo muy ameno. Quizás el momento más aburrido fue en la zona del Paseo del Prado y Atocha, que estaba un poco oscuro y no había mucha gente. Recuerdo un corredor que gritó a la gente que estaba en la acera: "¡Aplaudid, hostias!". A partir de la Avenida Ciudad de Barcelona, la cosa cambió. Había más gente por la calle animando a los corredores y, en general, el ambiente era más cálido.

En plena carrera En plena carrera

Una vez terminada, había que dejar el chip y recoger algo de líquido y comida que nos dio la organización. En ese momento fue cuando se volvió a notar la aglomeración de gente, ya que la carrera en sí fue muy tranquila en ese aspecto, con espacio suficiente para correr a tu ritmo. También se empezó a notar el frío, al quedarnos parados.

Una vez en casa, casi sin tiempo de disfrutar el haber participado en un evento tan conocido y multitudinario, había que ducharse, cambiarse y prepararse para la cena de Nochevieja, la última del año. La verdad es que ha sido una forma diferente y deportiva de despedir a 2011. Yo, por mi parte, tengo ganas de repetir en 2012.

En Flickr Google Photos se puede ver el álbum completo. Por cierto, comentar como dato anecdótico que nuestra marca fue de 1h13'35".