La semana pasada leía en la cuenta de Twitter de la Facultad de Informática Escuela Técnica Superior de Ingenieros Informáticos de la UPM que se daba la bienvenida a los nuevos alumnos que comienzan este año sus estudios universitarios. Estamos en 2014 y ese 4 final me recordó inevitablemente al 4 al final del año en que yo empecé allí mi carrera: 1994. Echando cuentas, 20 años han pasado desde entonces.

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20 años son un mundo, y aunque recuerdo aquel primer día como si fuera ayer, muchas cosas han cambiado desde entonces. Para empezar, la primera, que es que en aquellos años el curso universitario empezaba en octubre. Por tanto, siendo precisos, todavía no han pasado 20 años.

Como decía, la vida transcurre día a día y muchas veces no somos conscientes de cómo van cambiando las cosas hasta que, bien nos damos un baño de nostalgia como es el caso, o bien nos encontramos con alguien más joven que no vivió aquella época y que considera algunas de las realidades actuales como “normales”.

Sin ir más lejos, ahora mismo estoy sentado en una cafetería, con un portátil Mac conectado a Internet a través de un teléfono móvil smartphone y escribiendo en un procesador de textos que se ejecuta en un navegador y está alojado en la nube. En 1994 precisamente tuve mi primer contacto con un Mac, precisamente en el centro de cálculo de la Facultad (lo siento, no me acostumbro a llamarla Escuela), un Macintosh Classic o similar (no recuerdo el modelo exacto). También tuve allí mi primer contacto con Internet, cuando su uso todavía estaba prácticamente restringido al ámbito universitario e institucional. Los teléfonos móviles existían, pero eran muy aparatosos y un lujo al alcance de muy poca gente. Los navegadores existían, pero eran muy rudimentarios y servían para acceder a las básicas páginas HTML que existían y poco más. Los procesadores de textos eran programas mucho menos visuales que los actuales que, por supuesto, había que instalar en el ordenador antes de usarlos. Y los documentos se guardaban en el disco duro, o en un disquete si queríamos llevarlos de un sitio a otro. Ni nos podíamos imaginar estar conectados constantemente a Internet a través de nuestros smartphones, ni siquiera llevar nuestros documentos en un pendrive o una memoria MicroSD (fijaos además del ridículo tamaño que tienen para la cantidad de datos que pueden almacenar). Este texto acabará publicado en mi blog; en 1994 nadie (o poca gente) sabía lo que era eso. Por supuesto, tampoco nada de redes sociales. Ni siquiera existía Google. Apple era una compañía en franca decadencia y Microsoft todavía no había lanzado su Windows 95.

Profesionalmente, hoy uso tecnologías que no estudié durante la carrera. Pero no por carencias en el temario, sino porque simplemente no se habían inventado todavía. Java y PHP aparecieron en 1995. Y, por descontado, se parecían poco a las versiones actuales, siendo PHP el que más ha evolucionado de los dos. Espero que en estos años, aunque la base sea y deba ser la misma, el temario haya evolucionado en consecuencia. Por cierto, no he comentado que la carrera completa la pagué en Pesetas, de esas que juntando 166,386 te daban un Euro.

De aquella época en la universidad guardo maravillosos recuerdos pero, lamentablemente, pocas o ninguna foto. Me hubiera gustado usar alguna para ilustrar esta entrada. Y es que eso de llevar una cámara de fotos en el bolsillo (en el smartphone), tampoco es que sea nuevo (creo que mi primer teléfono con cámara es de 2005), pero antes no se estilaba. Por cierto, que las fotos había que llevarlas al laboratorio para revelarlas.

En cuanto a los videojuegos, que es la otra temática que suelo abordar más frecuentemente en el blog, nadie sabía lo que era “La Play”, porque Sony todavía no había lanzado su PlayStation. Las consolas de 16 bits mandaban, y todavía podías bajar a los recreativos del barrio a echar unas partidas, aunque ya iban cerrando algunos de ellos. Eso sí, ya podíamos disfrutar del ocio portátil de Game Boy. Por supuesto, en blanco y negro y siempre que estuviéramos en una ubicación bien iluminada. Al menos las pilas duraban más que cualquiera de los gadgets que actualmente llevamos en el bolsillo.

La música todavía la escuchábamos en un walkman; nadie sabía todavía lo que era el MP3. Por supuesto nada de iPods y similares, ya he comentado que Apple era una empresa más que se dedicaba a fabricar “insulsos ordenadores personales”. Y las películas que echaban en la tele las grabábamos en cintas de vídeo VHS.

Los papás fardaban de hijos enseñando las fotos que llevaban en sus carteras. Nada que ver con enseñar las 500 millones de fotos que llevan ahora en el móvil. O, ni siquiera eso, porque le haces una foto al niño haciendo popó y la puedes mandar por Whatsapp.

Fijaos en cómo evolucionan de rápido algunas cosas que hemos podido asistir en 20 años a la creación, auge y decadencia de muchas tecnologías y servicios. Estoy pensando en los SMS, pero hay muchas más.

Podría estar horas enumerando tantas y tantas cosas que hoy damos por supuestas y que hace tan solo 20 años no podíamos siquiera imaginar. No sé si será la época en la que la humanidad ha evolucionado más (al menos tecnológicamente, porque en otros aspectos vamos para atrás como los cangrejos). Pero lo cierto es que, al vivirlos día a día, no nos damos cuenta. Es como estar en el ojo del huracán.

Sólo deseo seguir por aquí al menos otros 20 años y volver a contar cuáles han sido los avances desde el “prehistórico” 2014.

¿Qué cosas de aquella época echáis de menos, para bien o para mal?