Desde Toy Story, creo recordar que no me he perdido ningún estreno de Pixar, los auténticos reyes de la animación. La última entrega, Ratatouille, fue la segunda película que no fuimos a ver al cine (la primera fue Bichos), sino que la vimos en casa en DVD. Y, la verdad, fue un gran acierto; la historia era un poco sosa y el apartado "gráfico" ya no asombra tanto como antaño, acostumbrados como ya estamos a las imágenes generadas por ordenador.

Parecía que Pixar había tocado techo.

Hasta que ha llegado Wall·E. En Wall·E, la apariencia queda relegada un segundo plano. El modelado y la recreación de los protagonistas y el entorno sigue siendo tan detallado y exquisito como siempre, pero no es el centro de atención. Lo mejor de la película es la historia, la expresividad de los personajes y cómo son capaces de transmitir sentimientos y emocionarle a uno sin apenas diálogos.

No voy a contar nada del argumento. Simplemente, hay que verla. Para mí, sin lugar a dudas, y teniendo en cuenta que yo soy mucho de "cine palomitas", una de las mejores películas del año. Especialmente la primera media hora es buenísima.

Eso sí, no me parece que esa una película para niños. Al menos, no creo que la vayan a entender, y la ausencia de diálogos durante varios minutos no ayuda demasiado.

Mención especial merece también el corto Presto, que es sencillamente genial.