Han pasado algo más de tres años desde que fui a la presentación de la Nintendo 3DS hasta que ha llegado a casa. Aprovechando un día sin IVA de unos grandes almacenes, el modelo elegido ha sido la 3DS XL negra y gris.

¿Otra consola? Como si no tuviera suficientes juegos para jugar. Esta afirmación, que es una verdad como un templo, me ha hecho replantearme la estrategia a la hora de adquirir juegos, si bien el primero de ellos, The Legend Of Zelda A Link Between Worlds, lo compré antes de tener la consola. De hecho, a día de hoy sólo hay un puñado de juegos del catálogo que me llamen la atención. Pero no voy a ir a por todos de golpe. Hasta que no acabe con uno no iré a por el siguiente. Sólo romperé la regla en caso de que encuentre alguno de ellos a un precio muy reducido, teniendo en cuenta que (casi) todos son de Nintendo y su política no pasa por aplicar descuentos pasado el tiempo. Antes bien, sus juegos suelen mantener el mismo precio de salida durante toda la vida de la consola correspondiente.

Habida cuenta de que, hablando de portátiles nintenderas, vengo de una DS Lite, el cambio de consola se nota, y no me refiero exclusivamente a lo obvio, como la imagen estereoscópica o el control analógico.

Esta consola es más grande y, aunque menos "portátil", se asienta bien en las manos. El acabado es plasticoso, pero a mi juicio sobrio y elegante. No parece un juguete. Recordemos también algunas cochinadas, como que no traiga un cargador incluido. Cargador que a Nintendo le debe costar un puñado de yenes. Argumentan que vale el de la DSi, y así no tienes trastos en casa. Argumento que valdría si le hubieran puesto un maldito conector USB estándar. Y no, el cargador de la DS Lite NO vale.

Una vez encendida, el menú de la consola es bastante más completo. Dispone de algunas aplicaciones preinstaladas en las que todavía no me he molestado demasiado en bucear. Ignoro si aportan funciones interesantes o son una mera curiosidad. Afortunadamente, acceder al juego cuyo cartucho hayamos insertado es (casi) tan sencillo y rápido como siempre.

En la caja vienen unas tarjetas de realidad aumentada que "contienen" personajes de Nintendo que toman vida al ser "capturados" con la consola. Estuve haciendo el tonto con ellas el día que me la compré y, desde entonces, en la caja están. Creo que también viene algún "chorrijuego" más, pero nada que, en mi opinión, merezca la pena dedicarle más que los minutos de la curiosidad inicial.

Por supuesto, y siguiendo las tendencias actuales, Nintendo 3DS ofrece su tienda de juegos online y, por tanto, de títulos disponibles en descarga digital. Trataré de evitarlos en la medida de lo posible, pero ahí está la opción. Para almacenarlos, la consola dispone de una ranura para una tarjeta SD, incluyendo una de 4 GB de capacidad.

Hablando de los juegos y el 3D. El efecto cansa ligeramente, pero los ojos parece que se van acostumbrando. Tras algunas semanas, ya no necesito desactivarlo cuando llevo un rato jugando. Quizás ayude que la pantalla sea más grande que la de la 3DS original. No obstante, tampoco soy de los que se tiran horas y horas (lo hacía cuando era pequeño, pero ahora por suerte o por desgracia no me lo puedo permitir), y rara es la ocasión en la que me aparece el mensaje que Nintendo ha incorporado a sus juegos de un tiempo a esta parte, recordándome que debo descansar un rato.

Otro de los puntos espinosos es la duración de la batería. No he efectuado una medición exacta, más o menos la suelo cargar cada semana. Teniendo en cuenta que juego casi todos los días un ratillo por la noche, no está mal. Es decir, no me resulta incómodo. Hasta ahora no me la he llevado por ahí, ni he necesitado dejar una partida a medias para ponerme a cargarla, así que es todo lo que puedo decir al respecto.

Ya iré hablando de los juegos en particular. Por el momento estoy contento con la compra, ya que ahora tendré acceso a ciertos títulos que me gustan. Y es que, por mucho que digan, al final lo importante de una consola son sus juegos.