En un momento de la historia en que, gracias a Internet tenemos acceso a todo tipo de contenido audiovisual y, muchas veces, gratuito (o a cambio, bien de publicidad, bien de un poquito de nuestra privacidad). Pero no hay nada como los espectáculos en directo. No son especialmente baratos, pero creo que hay que disfrutarlos de vez en cuando.

Todos los años intentamos ir a uno o dos conciertos. Y también hemos ido a algunos musicales. En nuestra lista está asistir a alguna obra de teatro, algún monólogo y acabamos de tachar ver un espectáculo de magia. Estuvimos dudando entre Jorge Blass y el Mago Pop, y al final nos decidimos por este último. Ya lo habíamos visto en algún programa de televisión. Pero, como decía, en vivo y en directo se trata de una experiencia distinta y altamente recomendable.

Ya teníamos compradas las entradas desde hace tiempo. En el momento de hacerlo, me llamó la atención que los palcos más cercanos al escenario ya estaban reservados. No se me ocurrió que, en realidad, están cerrados. Supongo que alguien desde esa posición puede estar en un lugar privilegiado para desvelar el secreto de algunos trucos.

El espectáculo en sí, titulado "La Gran Ilusión", nos gustó bastante. Es un show en el que los trucos van de menos a más, salpicados con algo de humor y supuestamente enlazados por un hilo conductor que, la verdad, no viene mucho al caso. A ver, está claro que hay truco, pero ver cómo ocurren ciertas cosas (no tengo intención de desvelar nada por si alguien quiere ir a verlo) en tus propias narices, la verdad es que impresiona.

También fue todo un detalle que el mago, al finalizar el espectáculo, esperase a la salida del teatro, en un photocall, para que cualquiera pudiera saludarle, hacerse una foto con él o, por decir algo, darle su opinión de la actuación previa. Hoy día las redes sociales y las fotos de los fans pueden llegar a ser más efectivas que una buena (y cara) campaña de marketing.

Y, después de salir, llega el momento de la cena y la reflexión. ¿Cómo es posible que se hayan obrado tales prodigios delante de nuestros ojos? Evidentemente la magia como tal no existe, así que algún truco tiene que haber. Comienza la elaboración de teorías: que si los supuestos colaboradores del público están compinchados, que si tal o cual artilugio tiene un doble fondo, etc. Y, nuevamente, nos topamos con el "peligro" del que hablaba hace alguna semana: la infoxicación. ¿Qué nos impide acudir a Internet a buscar la explicación de los trucos? Todo está ahí, al alcance de un puñado de clics.

Apenas hice una búsqueda di con un blog en el que se despellejaban espectáculo y mago sin dar demasiada oportunidad a la duda. Algunas sospechas se confirmaron, otros detalles ni me los esperaba, pero tampoco quise seguir profundizando. Cerré la página y decidí volver a cobijarme en el espíritu con el que mi mujer y yo fuimos a ver al Mago Pop, que no fue otro que el de dejarnos sorprender. Supongo que habrá gente que disfrute del espectáculo buscando los fallos (que los hubo). Nosotros fuimos a dejarnos engatusar y salir del teatro con la boca abierta. Y así fue.

Por cierto, que respecto a los fallos, una de las ayudantes cometió un pequeño error (que yo pudiera advertir) y no me gustó nada la mirada que le echó Antonio. Estoy seguro de que, para conseguir ser un buen mago (casi prefiero la palabra ilusionista), hay que trabajar sin descanso y ser muy exigente, metódico y detallista hasta lo enfermizo. Pero un compañero de trabajo no se merece un gesto así en público, aunque fuera tan sutil.