Poco queda por comentar del último día del viaje en el que el objetivo es volver a Madrid sanos, salvos y no demasiado cansados. La distancia que hay que recorrer es algo mayor que la de la primera etapa.

Una vez llenado el depósito en un Carrefour a las afueras de La Rochelle, la primera parte del viaje transcurre por las ya comentadas aburridas autopistas de peaje francesas, en las que la única distracción es atinar con un carril del peaje que admita pago con tarjeta. Después de tanta práctica, en esta ocasión no nos equivocamos ninguna vez. De esta manera, el coche va devorando kilómetros mientras mi mujer y yo vamos haciendo un repaso de las vivencias experimentadas durante el viaje que está a punto de terminar.

Casi pasada la hora de comer (española) estamos llegando prácticamente a la frontera. Nos planteamos comer en Hendaya, aunque nos da mucha pereza salir de la autopista. Nos detenemos en la que resulta ser la última área de servicio antes de cruzar a España, pero apenas había unos bocadillos fríos para comer. Así que decidimos reemprender la marcha sin más dilación y ya veremos. Finalmente tomamos la primera salida dirección Irún, donde encontramos un centro comercial donde pudimos degustar un buen plato combinado de dimensiones vascas.

Plato combinado en Irún Plato combinado en Irún

Nuevamente llenamos el depósito y reemprendemos el camino. Seguimos sintonizando la emisora de radio francesa que nos acompañó durante todo el viaje, intentando retener ese halo hasta el último momento. Finalmente, después de cruzar un túnel bastante largo, la señal desaparece por completo. Volvemos a encontrar coches circulando tranquilamente por el carril central, teniendo el derecho disponible. Final e irremediablemente, estamos de vuelta.

Un par de tramos de peaje más, hasta llegar a Burgos, donde la carretera vira hacia el sur justo a tiempo para que el sol no moleste y poder cubrir cómodamente y sin sobresaltos los poco más de 200 kilómetros que nos quedan de viaje. Ya estamos de nuevo en casa.

Salimos de La Rochelle a las 12.00 h y llegamos a Madrid a las 21.45 h, tras recorrer un total de 875 kilómetros, uno de los trayectos más largos (si no el que más) que he realizado a los mandos de un vehículo.