A finales de los años 80, los juegos de Commodore Amiga eran sinónimo de espectáculo. El ordenador poseía unas capacidades multimedia que hacían palidecer los 4 colores de las tarjetas CGA de los PCs (si es que teníamos la suerte de tener un monitor en color, cuando lo normal era usar los de fósforo verde). Pero, si en el músculo gráfico no había color (permítase el chascarrillo), en el apartado sonoro no había ni por dónde empezar. Cuatro canales de sonido digital frente a un triste beeper emisor de pitidos.

Y, claro, aquí viene la deformación profesional. Todavía hoy, 30 años después, tengo grabadas a fuego en mi alma de músico bastantes melodías de aquellos juegos, siendo la de la introducción de Risky Woods (Zeus Software / Dinamic - 1992) una de las que ocupa el podio. José Antonio Martín Tello fue el encargado de poner sonido a la obra de Ricardo Puerto y Raúl López. Antes lo haría con los títulos de Creepsoft y posteriormente lo haría con otros de Dinamic, incluyendo algunas entregas de la mítica saga PC Fútbol.

Hace ya tiempo que sigo a José Antonio en Twitter, y así me enteré de que este año iba a publicar un libro narrando su periplo como músico durante las décadas de los 80 y 90. En principio sonaba interesante, y tomé nota. Pero fue algo que ocurrió después, totalmente por casualidad, lo que decantó la balanza para que me decidiera a hacerme con él, más pronto que tarde.

Una conversación banal, por Twitter, a colación de una ración de oreja, pasó al ámbito privado. Durante la misma volvió a quedar patente, una vez más, que el mundo es un pañuelo. En aquella época, José Antonio vivía cerca de mi casa (la de mis padres). De hecho, vivía casi al lado de la casa de mi abuela. Tirando del hilo, resulta que era cliente de la misma peluquería a la que íbamos mi padre y yo hasta que "cerró" (con comillas, eso daría para otra historia que no voy a contar ahora). Pero no quedaba ahí la cosa. Estirando más y llevándomelo a lo personal, ¡resulta que estudió música en la misma academia que yo!

Esta reflexión me la he hecho muchas ocasiones en el pasado: José Antonio debe de tener como 6 años más que yo. De jovencito quería haber trabajado haciendo videojuegos o, por lo menos, componiendo música para ellos. Sin embargo, me pilló demasiado pequeño, sin la suficiente motivación, o quizás sin ambas cosas. Porque aprendí a programar basante pronto (en BASIC, eso sí), soñaba con trabajar para Dinamic (con 13 años) y también compuse algo de música, algo en el Amiga, pero sobre todo con el PC cuando compré mi primer sintetizador. Pero la música me llevó por otros derroteros (que no desdeño en absoluto). Puede que mi vida se hubiera parecido a la de José Antonio si hubiera sido algo mayor o hubiera coincidido con compañeros distintos en los estudios o vecinos con inquietudes similares. O, lo más seguro, es que no hubiera sido lo suficientemente brillante, aunque hubiera tenido más edad. En cualquier caso, este es un libro que he leído empatizando totalmente, y poniéndome en la piel del protagonista como probablemente no pueda hacer con ningún otro relato.

Finalmente, sus Majestades los Reyes Magos de Oriente tuvieron a bien obsequiarme con el libro en la madrugada del 6 de enero. Y apenas me ha durado 3 días; no he leído el libro, lo he devorado. Tampoco es un texto especialmente largo ni denso. Sus algo más de 200 páginas están salpicadas con bastantes fotos e ilustraciones, y el tamaño de letra es bastante generoso.

  • Autor: José A. Martín
  • Año: 2022
  • ISBN: 978-84-19380-60-9
  • Depósito Legal: PM 00812-2022
Bits armónicos y pijamas de monos, de José A. Martín Tello Bits armónicos y pijamas de monos, de José A. Martín Tello

El autor nos presenta un relato cronológico, que empieza en diciembre de 1982 y concluye en diciembre de 1999, para retomarlo en una suerte de "reenganche" entre los años 2016 y 2019. Presenta cada intervalo temporal con un relato de aquella actualidad o, mejor dicho, los temas que a él más le afectaron o que mejor recuerda para, una vez contextualizadas, narrar sus propias vivencias, en lo personal (estudios, servicio militar, trabajo), componiendo música para videojuegos o en su aventura musical con el grupo Ayer En Albania.

El texto está aderezado con multitud de fotografías, algunas supongo que de su archivo personal, que nos ayudan a ponernos en situación, y creo que cumplen su objetivo. Como guinda, nos ofrece unos cuantos códigos QR que, si escaneamos con nuestro teléfono móvil, nos permitirán escuchar algunas de sus músicas remezcladas para la ocasión (con la contribución de la voz de su hija Maryam). Todo este despliegue nos ayuda a transportarnos a cada momento del relato, y es como si estuviéramos viendo a José Antonio por un agujerito vivir su vida en aquellos años.

No es un libro especialmente barato, pero al menos la edición es buena, de tapa dura, con un papel de buena calidad. Y no engaña con lo que ofrece, haciéndolo además de una manera muy personal, que te envuelve y que, sin darte cuenta, te lleva de principio a fin casi sin darte cuenta.