Cuando éramos pequeños, en las fiestas de cumpleaños solíamos juntarnos y jugar a juegos de mesa. Quién no ha jugado alguna vez al Monopoly, el Palé, el Cluedo, el Risk, o los más clásicos Parchís o la Oca. También recordaremos juegos más elaborados, con cierto componente mecánico, como el Tragabolas, el Operación, o incluso para poner a prueba nuestra elasticidad, como el Enredos.

Aquellos niños de antaño nos hemos hecho mayores. Y ahora, lo que triunfa en las reuniones, es jugar a la consola en grupo. Lo bueno de las consolas es que no hay que perder tiempo en colocar el tablero, explicar las reglas a los novatos, buscar los dados que se caen debajo de la mesa...

El otro día estuvimos jugando a Wii Sports y, después, a Guitar Hero y Buzz. Wii tuvo un gran éxito. Jugar a los bolos o al golf virtualmente hace que merezca la pena el ahorro en zapatos (o en palos). Que bajar a la bolera no es ya la diversión barata que era antaño (y no hablemos ya de jugar unos hoyos).

La verdad es que Nintendo se la ha jugado con su nueva consola. Se ha centrado en la evolución de la interfaz (el Wiimando) y en miniaturizar los componentes de la consola, para hacerla silenciosa y apta para todos los hogares. El tiempo dirá si no haberla dotado de una potencia de procesamiento más acorde de estos tiempos ha sido un acierto o un error que, a medio plazo, le puede pasar factura.

Pero la gran triunfadora de las Navidades ha sido Sony. En un alarde de marketing, han sido capaces de alargar la vida de su consola PS2. A pesar del revés hacia los usuarios europeos, que tendrán que esperar hasta la primavera para disfrutar de la nueva PS3, PS2 ha sido la reina de las ventas en España, gracias a packs con Singstar, Buzz o Guitar Hero. Todo un acierto.