Estas semanas pasadas intenté no perder el ritmo del entrenamiento físico en la playa y, como consecuencia, hice un par de rutas bastante interesantes:

El problema de la primera de ellas fue que había demasiada gente paseando, lo que unido al agradable olor a comida que desprenden los chiringuitos hace que uno sufra más de la cuenta. Tampoco la hice del tirón, fui andando un par de tramos para recuperar un poco.

La segunda, en cambio, me gustó bastante, ya que el paseo marítimo es amplio y no había apenas gente en él. Eso sí, un calor húmedo sofocante, a las ocho y pico de la tarde. También hice una parada justo a mitad.

No llevaba reloj, así que no sé estimar si llevaba buen ritmo (corriendo cerca de gente que va andando te hace parecer que vas más rápido) ya que ignoro cuánto tiempo empleé en ambos recorridos.