Desde bien pequeñito he tenido el hábito de la lectura. Nada de grandes clásicos, soy más bien un consumidor de best-sellers. Durante la época en la que usaba el transporte público para ir al trabajo, podía devorar fácilmente un par de libros al mes. Eso era antes, ahora me tengo que conformar con los que me da tiempo a leer en vacaciones, que pueden ser muchos o pocos dependiendo del grosor de los mismos y del resto de actividades a las que dedique el tiempo libre. Por tanto, si me cuesta completar un libro, no digamos una trilogía.

Esta de Ken Follet tenía muy buena pinta desde que se anunció. Así que era cuestión de tiempo que me fuera haciendo con los tres volúmenes y que los leyera.

La historia de cómo conseguí el primero de ellos es de lo más curiosa y digna de contar como anécdota interesante. Lo conseguí gracias a este blog y en este hilo se puede seguir el desarrollo de los acontecimientos.

Cuando comencé este blog, allá por 2004, uno de los motivos que me incitaron a ello era anotar los libros que iba leyendo y, si se daba el caso, hacer una pequeña reseña. Como ya he comentado, en aquella época me movía más en transporte público y eran casi un par de horas diarias las que podía emplear en leer. Siempre he sido un poco bastante despistado y alguna vez me ha ocurrido que he comprado un libro que ya tenía. Incluso más de una vez. Una de las primeras reseñas fue la del libro Los Cañones de Agosto. Libro que, por otra parte, tampoco me sedujo demasiado. Pero hay que leer antes de opinar. Y aquí quedó la cosa.

Otra de las decisiones que tomé al abrir el blog fue permitir que cualquier persona comentara, y dejar los comentarios abiertos indefinidamente. En el caso de las reseñas de libros (o videojuegos, o cualquier otro producto cultural) tiene bastante sentido hacerlo, ya que son contenidos atemporales, por decirlo de alguna manera. Son tan atemporales como que alguien, cinco años después, llegó al post y se interesó por el libro. De hecho, no era el típico lector que andaba buscando una reseña que le hiciera decidirse o no por la lectura, sino de alguien que quería conseguir el libro físicamente.

La casualidad hizo que su comentario coincidiera con mi convalecencia de la fractura de peroné, en casa de mis padres. En una de sus estanterías reposaba el codiciado libro. Aunque solicité otro libro a cambio, la verdad es que no dudé en enviarle el mío costeando yo el envío. De esa forma le hacía un favor. Y el favor me lo agradeció enviándome de vuelta la edición física en tapa dura de "La caída de los gigantes".

Siguiendo con las coincidencias, este primer libro de la trilogía está ambientado en la época de la Primera Guerra Mundial, al igual que Los Cañones de Agosto. Y no siendo el de Follet un ensayo histórico, se entienden mucho mejor el contexto y la situación que en el libro de Barbara Tuchman.

Las lecciones de Historia pueden llegar a ser bastante densas; un batiburrillo de fechas, lugares y personajes cuyas motivaciones son difíciles de entender y cuyo devenir es complicado seguir. Por supuesto, depende de la predisposición de cada uno y del amor que pueda transmitirte el profesor por la materia que trata de enseñar. Aun así, es una materia que acabas por memorizar (o intentarlo) para aprobar los exámenes, y luego lo más probable es que la olvides o te acuerdes de lo justo para jugar dignamente al Trivial Pursuit.

Los libros de Follet son las historias de unas cuantas familias, historias que acaban por entrelazarse entre ellas, como en una buena novela. Seremos capaces de empatizar con los personajes, incluso identificarnos con alguno de ellos, y a través del tamiz de sus pensamientos y sus sentimientos es bastante posible que podamos interiorizar mucho mejor ese contexto histórico que tanto nos costaba aprender en el colegio. Son familias principalmente inglesas, alemanas, rusas y estadounidenses. Obviamente no están elegidas al azar, en el sentido en que participarán de acontecimientos importantes a lo largo del siglo, y sus condiciones de inicio y su evolución son las que condicionan la trama y el mensaje que el autor nos quiere transmitir.

El segundo libro, "El Invierno del Mundo", se centra en la época de la Segunda Guerra Mundial. Podremos seguir la evolución de las familias protagonistas, lo que nos hace ser conscientes de algo que, probablemente, podríamos haber obviado: los hechos históricos no son aislados ni en el espacio ni en el tiempo. Unas acciones tienen su consecuencia en otras acciones, y así se va tejiendo la Historia con mayúsculas.

Quizás esta época del siglo XX es más conocida, sobre todo gracias a la multitud de material de entretenimiento audiovisual disponible: libros, comics, películas, series de televisión, videojuegos, etc. Aun así, creo que hay cosas que aprender, sobre todo desde el lado ruso, y también el punto de vista estadounidense; desde aquí los vemos muchas veces como los salvadores, pero durante mucho tiempo parece que la guerra en la vieja Europa era algo que no iba con ellos.

El último libro, "El Umbral de la Eternidad", lo comencé a leer la pasada Semana Santa. Era de esperar que sus mil páginas se me iban a hacer demasiadas, y más teniendo en cuenta el buen tiempo que hizo y que había que aprovechar.

Aquí es curiosa la sensación que podemos experimentar los que ya peinamos algunas canas. En algún momento del relato, los personajes "históricos" se convierten en personajes "actuales", y lo que se narra en el libro son hechos que ya vivimos en su momento a través del periódico, la radio o la televisión. Y es entonces cuando se llega a la segunda conclusión: la Historia no es algo que se cuenta en los libros, sino que se compone de hechos que ocurrieron en algún momento pasado, protagonizados por personas "normales", como nosotros, y que quedaron plasmadas en los libros, de manera más o menos objetiva. La experiencia me acerca cada vez más a pensar que "menos objetiva".

Igual que yo puedo recordar de mi niñez momentos y personajes que aparecen en el libro, como Reagan o Gorbachov, puedo comprender cómo son los recuerdos de mis padres acerca de personajes como Kennedy o eventos como la llegada a la Luna. Forman parte de sus recuerdos mientras que yo supe de ellos estudiándolos en el colegio.

Un par de reflexiones más antes de acabar y recomendar la lectura de estas miles de páginas. En el relato, y durante todo el siglo XX, los miembros de algunas familias sí que llegan a mejorar su status o clase social. Algunos otros llegan a empeorarlo por culpa de la guerra o por decisiones personales. Pero la mayoría de familias conserva su posición, y eso es algo que, por desgracia, podemos comprobar que ha ocurrido en España. Aun habiendo cambiado de régimen unas cuantas ocasiones y dando por supuesto que la sociedad ha evolucionado y que ahora hay un mejor reparto de las oportunidades que hace cien años, los descendientes de los que manejaban los hilos antes son los que los manejan ahora, con algunas bajas y algunas otras incorporaciones, pero básicamente son los mismos.

Y la última reflexión es que, estando inmersos en la actualidad, es más difícil que seamos conscientes de que ciertos acontecimientos que estamos viviendo son históricos. Estamos sumidos en un continuo transcurrir de sucesos, de los cuales es difícil determinar su trascendencia sin la perspectiva que da el paso del tiempo. Y lo que para nosotros puede ser "un día más en nuestra aburrida rutina", es probable que se transforme en una fecha impresa en el libro de Historia que nuestros hijos tendrán que memorizar.