Últimamente estoy un poco desencantado y pesimista con la sociedad en que vivimos. No es una simple sensación sino que ciertas vivencias que estoy experimentando me hacen reflexionar sobre ello y llegar a esas conclusiones. Leed y juzgad vosotros mismos, porque puedo estar equivocado y, de hecho, me gustaría estarlo.

Estaba suscrito a un grupo de Facebook dedicado, supuestamente, a la revista Microhobby. Más adelante explicaré por qué digo “supuestamente”. El otro día, uno de sus dos administradores publicó un mensaje de agradecimiento hacia la persona de José María Matas por la labor de preservación de la revista, labor que se puede ver reflejada en la web microhobby.org. Pensaba que había hecho una captura del mensaje, pero lamentablemente no la tengo.

Me animé a añadir un comentario con la única finalidad de completar esa información. Sin entrar en más detalles ni contar la historia completa, puntualicé diciendo que, sin desmerecer el trabajo de José María, el verdadero artífice de que las revistas estén disponibles para su descarga y consulta fue Manuel Gómez Amate, la persona que, armada con un escáner e infinita paciencia, tuvo los arrestos suficientes para digitalizar él solito las 217 revistas existentes (ahora mismo no recuerdo si también los números especiales).

A tenor de mi comentario, otro usuario preguntaba dónde podía acceder a las revistas escaneadas. En ese momento estaba fuera de casa y, sin comprobarlo por mí mismo, di por hecho que la web de microhobby.org no estaría disponible, así que contesté ofreciendo el enlace a archive.org, donde se está preservando bastante material relacionado con la cultura del videojuego. Posteriormente ese otro usuario me agradeció mi respuesta y así quedó la cosa.

Poco después me llegó una notificación del grupo. Resulta que un administrador ha eliminado mi respuesta con el enlace y me refiere a las normas del grupo, que son las siguientes:

Normas del grupo Normas del grupo

La norma de no poner enlaces externos es una muy extendida en foros de Internet. Mismamente en el foro de speccy.org, foro que yo mismo modero y cuyas normas co-redacté, también la tenemos. Pero la finalidad no es coartar la libertad del usuario. De hecho, Internet se basa en los hipervínculos, en poder saltar con un clic de una página a otra, ampliando la información que estamos consultando. Dicha norma trata de evitar el spam, que ciertos usuarios publiquen enlaces indiscriminadamente sin relación con la temática para obtener posicionamiento y/o visitas a una página a costa de los usuarios de otra página web y, en nuestro caso concreto, se prohíben los enlaces a sitios de compra venta para evitar que especuladores y personas aprovechadas se beneficien de que, de alguna manera, aglutinamos una comunidad con un interés concreto para publicitar sus ventas a un grupo concreco de personas.

A continuación, o simultáneamente (no lo sé, pero no es la primera vez que ambos parece que se coordinan para entrar en una conversación y dejar meridianamente claro que el grupo es suyo y lo gestionan como les parece), el otro administrador me afea mi primera respuesta, indicando que no es pertinente discutir sobre si Matas hizo o dejó de hacer tal o cual cosa. Vamos, que le importa una mierda que el post inicial esté fundamentado en una media verdad (por no decir una mentira). Lo ha puesto él y la única finalidad parece ser que es dar palmas. Por supuesto no cabe completar la información, argumentar y, ni mucho menos, rebatir.

La gracia que tiene Internet, al menos la Internet con la que yo crecí, es poder enriquecer el conocimiento gracias a las aportaciones de unos y otros, normalmente de forma desinteresada. Por desgracia, no tanto para mí, que lo veo con pena, sino para la gente que no la pudo vivir hace 10 ó 15 años, Internet se está convirtiendo en un lugar muy distinto a aquél, probablemente por ser un reflejo de la sociedad a la que "da servicio".

En resumen, y explicando mis comillas del principio, el grupo de Microhobby de Facebook no parece haber sido creado para honrar la revista sino más bien para gloria de sus administradores, que no hacen otra cosa que plasmar y alimentar sus egos ante cuantos más palmeros, mejor, eliminando cualquier traza de discrepancia. Un grupo donde todo lo que no sea alabar y aplaudir sin criterio no es bien recibido.

Así que, ya que estoy, voy a dar alguna pincelada, de las pocas que todavía recuerdo, de aquella historia. Han pasado más de 15 años, así que sed compasivos conmigo si peco de inexacto.

Básicamente, en aquellos días José María Matas era una persona conocida en el mundillo retro por tener en eBay (anteriormente iBazar) una tienda con material interesante y normalmente bien cuidado, aunque un poco subido de precio (aunque ahora nos parecería un regalo). En un momento en el que, en varios corrillos virtuales, se estaba planteando la viabilidad de escanear una revista mítica como Microhobby para preservar su legado, él tomó la iniciativa de comprar el dominio microhobby.com para albergar las revistas. Obviamente, también incluía enlaces a su tienda, con lo cual había cierto interés comercial. Las revistas quedaron finalmente al alcance de todos pero, honestamente, pienso que se aprovechó del trabajo de otra persona, de un material cuyos derechos no poseía y del alojamiento de un tercero (que no sé si le costaría dinero, pero los escaneos terminaron alojados en una suerte de speccy.org de la República Checa, speccy.cz, no en el suyo) para hacer negocio. Ojo, tampoco digo que se hiciera millonario con eso. Pero se podía intuir cierto ánimo de lucro.

Y lo que me molesta es que, de toda esta historia, sólo se recuerde a Chema como el preservador de la revista Microhobby. Como siempre, los relatos son más complejos, con muchos actores implicados y zonas grises. Y los principales artífices suelen ser olvidados si se preocuparon más en trabajar que en venderse a sí mismos.