Hoy hace 30 años que te marchaste, de improviso, sin poder despedirte, y con un montón de cosas todavía por hacer. Eso me enseñó que hay que aprender como si fuéramos a vivir siempre, pero vivir como si fuéramos a morir mañana. Lamentablemente, el tiempo y los acontecimientos no han hecho sino reafirmarme en esa idea.

Estos últimos meses me he acordado bastante de ti porque te veo reflejado en papá y en José, en cómo cuidan y miman a Óscar, y en cómo le ayudarán, seguro, a convertirse en una persona mejor, como tú hiciste conmigo.

Ya ha pasado una eternidad, como quien dice. La familia os ha ido perdiendo a los mayores. Pero, afortunadamente, ha dado la bienvenida a nuevos miembros. Cuando crezcan un poco les contaremos nuestras batallitas y quiénes erais nuestros abuelos, para que vuestro legado perdure al menos una generación más.

Yo con mamá y los abuelos Yo con mamá y los abuelos