Vaya, parece que cada vez que hablo de una película es porque es mala. Tendré que cambiar este hábito, principalmente porque puede dar la impresión de que sólo veo tostones y, afortunadamente, no es así.

Por supuesto que conozco la serie ochentera. De pequeño recuerdo haber visto algún capítulo, si bien no me acuerdo del argumento ni los detalles. Por ello no sé si el largometraje hace honor a la serie o simplemente toma el título y el nombre de los protagonistas.

Lo único que me ha quedado claro tras verla es que, al menos en el cine, no hay buenas historias, sino buenos contadores de historias. El argumento de la película es el típico que hemos visto en cientos de ellas. Sin embargo, el ritmo, la forma de relatar los acontecimientos, la fotografía, los efectos, los pequeños detalles... todo ello diferencia una buena de una mala película. Y en la que nos ocupa, a la ya consabida historia se suman un ritmo lento, falta de sentimiento en algunos de los actores, unos efectos que no sorprenden y, como es costumbre, un final abierto marca de la casa, por si hubiera que rodar una secuela.

La película dura un par de horas que se me han hecho eternas.