Aprovechando las vacaciones, es un buen momento para ir desatascando la lista de libros pendientes de leer, que ya estaba creciendo demasiado. Éste título, La fórmula de Dios, es el primero de ellos.

  • Autor: José Rodrigues Dos Santos.
  • Año: 2006
  • ISBN: 978-84-672-3294-3

Nuevamente el relato está protagonizado por Tomás Noronha, profesor de Historia y experto en criptoanálisis. Digo nuevamente porque este personaje aparecía en otro libro que leí hace tiempo, El Códice 632. En esta ocasión, el profesor se verá envuelto en una trama cuya finalidad, supuestamente, consiste en descubrir la fórmula de una nueva arma nuclear que Albert Einstein creó por encargo del entonces primer ministro de Israel, Ben Gurion.

Como siempre, la novela reúne todos los ingredientes de la ficción histórica: personajes célebres (el propio Einstein), espionaje internacional, secuestros y un misterio que hay que desentrañar, viajando por varios emplazamientos del globo (Portugal, Egipto, Irán, el Tíbet). Y tampoco podía faltar un poco de tensión sexual entre los protagonistas. La verdad es que, así visto, el relato podría pasar sin problemas por el guión de la próxima película de Indiana Jones. Únicamente, quizás, le faltaría algo más de acción.

Sin embargo, lo que me ha gustado especialmente del libro no es el relato en sí (que, tal y como hemos visto, se ajusta a una receta bastante convencional), ni la forma de contarlo (sin entremezclar tramas, todo muy lineal). Lo verdaderamente interesante es que es un libro que, al exponer ciertas teorías científicas y filosóficas, da que pensar. Intentando no romper el aliciente que pueda suponer emprender su lectura, por debajo de la trama de intriga subyace una interpretación metafísica del Universo, interpretación que pretende estar basada en observaciones y pruebas científicas precisas. No voy a entrar en la corrección o incorrección de la misma, ya que se trata precisamente de eso, de una interpretación. Pero, al menos, se trata de algo que te genera inquietud, cierta desazón, y que invita a la reflexión.

Quizás sea interesante poseer una mínima base de conocimientos de física, aunque pienso que no debería ser un obstáculo ya que, pretendiendo que el protagonista no tiene dichos conocimientos, todos los razonamientos se exponen de una manera bastante didáctica. Y, en cualquier caso, siempre nos queda la trama principal, aunque resulte bastante convencional.