Parece una casualidad que justo ahora, viniendo de un año en el que he jugado a títulos como Juego de Tronos, Life Is Strange y Detroit: Become Human —y habiendo probado algún otro del estilo como Until Dawn—, el episodio especial de Navidad que Netflix ha preparado para una de sus series estrella (Black Mirror) sea un capítulo interactivo.

Y casi voy a empezar por el final, ya que no tengo claro que la televisión case demasiado bien con este formato. Me explico. Para empezar, no es un capítulo que puedas ver en tu televisor a través del Chromecast (que para nosotros es la forma más cómoda de hacerlo). Se necesita un dispositivo de entrada. En nuestro caso, para solventar esta limitación, tuvimos que conectar el portátil a la tele vía HDMI y llevarnos el ratón a la mesita del sofá.

Bandersnatch (Netflix) Bandersnatch (Netflix)

Debido a que hay que tomar decisiones (en este caso, elegir entre un par de opciones) en tiempo real, la experiencia me resulta más disfrutable si estás viendo el capítulo en solitario. Si estás con más gente, a ver, tiene su gracia discutir entre una u otra opción, pero el tiempo para hacerlo es muy limitado (si no escoges nada, se toma una de las opciones por defecto), y también te saca un poco de tu introspección.

Por lo demás, bastantes cosas de las que comenté con los juegos citados anteriormente son aplicables aquí. Nuevamente las referencias a los libros de Elige Tu Propia Aventura. En el caso de Bandersnatch, eso sí, me da la impresión de no hay demasiados finales. En algunos casos, literalmente, llegaremos a una vía muerta y tendremos que reintentar desde un punto más atrasado. Aunque los puntos de corte entre escenas a la hora de tomar uno u otro camino prácticamente no se notan, viniendo de jugar a algo como Detroit, no tiene nada que ver. El videojuego gana por goleada.

Por otro lado, para los amantes de los videojuegos retro como yo, hablar de Bandersnatch (un videojuego que fue anunciado pero nunca lanzado) y de los programadores británicos de los años 80 (el apellido de Scott Ritman me suena de algo) es un buen reclamo para avivar nuestra curiosidad. Pero nada más allá. De hecho, si esa es tu principal y única motivación, más allá de un par de chascarrillos, y de la ambientación ochentera (a la que nuestra serie Cuéntame no tiene nada que envidiar, por cierto), acabarás bastante defraudado.

De hecho, más que aquello, lo interesante del capítulo es que es, de alguna manera, se autorreferencia, ya que la trama explora las dudas sobre el libre albedrío precisamente en un formato en el que los personajes están atados a las decisiones que puedan tomar los espectadores. Incluso hay alguna escena en la que se rompe la cuarta pared.

En fin, un experimento que no ha sido el primero ni, seguramente, será el último. Aunque, insisto, para mí el formato televisivo no es el más adecuado, teniendo en cuenta que ahí está el mundo de los videojuegos con un buen racimo de propuestas más interesantes en cuanto a que permiten una mayor flexibilidad a la hora de interactuar con los protagonistas de las historias.