Este año 2013 se ha vuelto a celebrar la Carrera Liberty, en concreto la sexta edición y mi quinta participación.

Es la primera popular en la que participo este año. Pensaba haber corrido la Media Maratón de Madrid, pero una inoportuna lesión de rodilla me tuvo casi un mes parado, así que tendremos que dejar ese reto para el año que viene. Entre unas cosas y otras la preparación que estoy haciendo tampoco es demasiado exhaustiva ni constante, así que mi objetivo en esta ocasión era, simplemente, hacerlo lo mejor posible.

Este año la participación ha sido de unos 10.000 corredores, y eso se notaba en la salida, donde la densidad de tráfico era mayor de lo habitual, y habría que ir buscándose huecos para ir progresando. Curiosamente, viendo los tiempos registrados, iba más deprisa de lo que me parecía en el momento.

La crónica de la carrera es un calco de las anteriores. Cuesta abajo hasta la Puerta de Alcalá, con mucha gente. Cuesta arriba tendida por el Paseo de la Castellana, donde la gente ya comienza a quedarse. La cuesta de Concha Espina, que siempre se atraganta, al igual que la recta de meta, solo que en esta última parece que ver la pancarta te hace sacar fuerzas de donde no las tienes. Y frío, mucho frío. La mayor parte de la carrera transcurre a la sombra, y con estas temperaturas tan bajas que estamos sufriendo, era casi hasta contraproducente.

Me animó comprobar que, en el paso de los kilómetros 4 y 5, estaba sobre la marca de 5 minutos el kilómetro, pero me temía la cuesta arriba. Efectivamente, ahí me costó la vida, y el paso por el kilómetro 6 fue malo. Pero la verdadera medida de mis posibilidades la iba a dar el paso por el 7. Ahí vi que iba perdiendo menos de un minuto sobre el tiempo objetivo, lo que me dio ánimos para seguir apretando. El problema es que me estaba quedando sin fuerzas.

Cuando pasé por el kilómetro 9 vi que tenía que hacer el último en 4'50". Pero ya estaba justito, muy justito, y quedaba la cuesta arriba de entrada en meta. Ahí estaba, encarando la cuesta y no, no podía más, me estaba quedando.

Ya lo había dado por perdido, no podía ni con mi alma. Pero, dándome una última oportunidad, miré el reloj y vi que quedaban 30" para llegar a los 50'. Así que pensé: "es lo más cerca que has estado de lograr el objetivo". Apreté los dientes y aceleré el ritmo, sin saber de dónde salía la (poca) energía que me impulsaba. La cuestión es que llegué a meta con un crono de 49'59" (50'00" según la clasificación oficial) que significaba que había conseguido el objetivo.

Próximos objetivos, bajar de 50 en alguna otra carrera y subir la distancia (media maratón).