Un año más he participado en la Carrera Liberty, casi más por tradición que por otra cosa. De hecho, estoy pensando dejar un poco de lado las carreras populares de 10 km, ya que no tengo muy claro cuál puede ser el objetivo y tengo la casa llena de camisetas que, por lo demás, ya empiezan a sobrar y salir un poco caras.

En cualquier caso, el objetivo mínimo para el día de hoy era mejorar la marca del año anterior. Veamos cómo ha ido.

Estas últimas semanas he estado haciendo entrenos a un buen ritmo, pero sin forzar a todo lo que podía (y sin llegar a la distancia completa), un poco por encima de 5 minutos el kilómetro. Y también he probado a hacer alguna tirada larga para probar resistencia. Por tanto, el planteamiento era no guardarme nada. Para ello, y para evitar atascos, por primera vez en todos estos años me he colocado de salida en el "cajón" de menos de 50 minutos.

Aun así, en el primer kilómetro he ido adelantando gente que sospecho que no iba al ritmo que marcaba el "cajón" en que se habían colocado, pero no ha habido tanta aglomeración como la que se produce si sales desde más atrás. He arrancado bastante rápido, de hecho más de lo que debería, viendo los parciales y mis sensaciones durante los momentos duros de la carrera.

Hasta Cibeles, todo normal. Bastante calorcito, no ha sido una mañana fría como la de otras ocasiones. Al menos, durante la subida por Castellana te puedes cobijar en la sombra que proyectan los edificios colindantes. Durante la subida, que tengo ya bastante trillada, no me encontraba tan cómodo como otras veces. En algún momento se me han llegado a disparar las pulsaciones y he tenido que modificar mi plan inicial de no reservar fuerzas, porque todavía quedaban los dos momentos más duros del recorrido. Aquí fue cuando empecé a pensar que había empezado demasiado fuerte y que el "motor diésel" no había entrado a funcionar, con lo cual me iba a tocar sufrir.

La subida por Concha Espina me ha costado bastante, con bastantes malas sensaciones y el fantasma de pararme rondándome por la cabeza. Curiosamente, prácticamente he calcado el tiempo del año anterior en ese parcial, así que tan mal no iba, pero me sentía fatal. 180ppm y regulando para no quedarme tirado.

Nuevamente, hablando de sensaciones y comparando con el año pasado, en la zona de bajada tenía la impresión de ir un poco lento, y al final no ha sido para tanto. Ahora bien, estudiando los parciales, si algún día quisiera acercarme a la marca de 45', aquí debería ir al menos tan rápido como en los dos kilómetros iniciales. La última cuesta ha sido un suplicio, con el sol de cara, y aquí era cuestión de tirar de sufrimiento hasta llegar a la meta. Nuevamente el pulsómetro rondando las 180ppm, pero era un esfuerzo final.

Al llegar a la meta he detenido mi trono en unos dignos 49'08", a la espera de que publiquen la clasificación oficial. Es medio minuto menos que el año pasado y más de 10 minutos menos que la primera vez que participé, hace 7 años. Lógicamente, cada vez es más complicado arañar segundos; se supone que me voy acercando a mi límite físico. Y tampoco estoy realizando un entrenamiento específico para mejorar mi marca en los 10.000. Curiosamente, la sensación es de haber hecho una peor carrera que en 2014, pese a que el cronómetro indique lo contrario.

Mi objetivo ahora, tras dos medias maratones, es acabar una maratón. Para ello la preparación cambia sustancialmente, ya que estamos hablando de una distancia que jamás he recorrido de una tacada, y que no tiene pinta de que sea un paseo. Primero quiero hacer una prueba por mi cuenta sobre un recorrido llano de 30 km para ver cuáles son las sensaciones. Esa es la tarea para este verano, además de dar pedales aprovechando que los días son más largos.