No va de supersticiones, pero he tenido un día que haría honor a ello
En realidad nunca quieres que llegue este momento. Pero ese momento llega. Y, en el caso de mi scooter, la pobre quedó sentenciada tras el golpe que nos llevamos y que estuvo a punto de dejarla siniestro total.
El otro día me avisó mi cuñado de que iba sin luces. Y no es que fuera un despiste, que ya me ha pasado alguna vez circular sin encenderlas, sino que era un problema de la bombilla, porque tampoco se encendía al frenar.
Ha costado.
33095 en un poco más de 4 años y medio, son los kilómetros que he aguantado encima de la moto antes de probar el asfalto.
Hay momentos en la vida en los que, como un fogonazo, uno de repente es consciente del inexorable paso del tiempo. Parece que fue ayer cuando empecé con aquella matraca del motero novato. Y, de golpe, esos cuatro años transcurridos se materializan en forma de carta de la DGT. En dicha carta me recuerdan, amablemente, que en breve plazo deberé pasar la ITV de mi scooter.
La posición de las manos en la moto es casi más importante que en el coche. Es natural, ya que tenemos más cosas que hacer con ellas.
Pues sí, como resulta evidente a quien haya seguido de cerca mis insinuaciones en el blog, ya soy el flamante poseedor de una moto. En concreto, se trata de una scooter coreana taiwanesa de 125cc, una Kymco Yager GT.
Más información en próximas entradas.